A los de arriba: pónganse a pensar ¡ya!

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Me he despertado pensando en una noticia de ayer. A pesar de la pandemia el dinero sigue existiendo y solo cambia de manos. La revista Forbes parece ser la referencia para esta carrera sin fin.

Las grandes fortunas del planeta Tierra y alrededores siguen creciendo en un sin sentido absoluto. Las personas poseedoras de esas cantidades ingentes e incluso indecentes de dinero, son absolutamente incapaces de gastárselo, aunque tuvieran muchísimas vidas, pero lo siguen atesorando.

Es como si estuviesen jugando una partida de Monopoly de manera permanente. Pero ellos ya tienen la partida ganada, porque las reglas les apoyan para que esto no cambie. Mientras el resto se pasa su jornada diaria dando vueltas a la cabeza sobre como no salir del juego.

 Unos se rinden, otros salen del sistema, otros luchan trabajando día a día sin tregua para tener algo que llevar a las bocas de los suyos, otros salen del sistema a conciencia- pero sin rendirse-, otros consiguen una posición más o menos cómoda que les hace creer que ellos no son esclavos de los de arriba, y otros creen que por dar rienda suelta a las guerras, balas o codazos políticos van a conseguir cambiar todo esto.

La gente no juega todos los días al Monopoly, entre otras cosas porque crea muchísima ansiedad. ¿Por qué querríamos jugar a su Monopoly todo el tiempo de cada día sin parar? Es agotador, no es integrador, no le sirve a la naturaleza, sean seres vivos o inertes. Pero lo peor es que tampoco les sirve a ellos de manera indefinida.

Si la gente acaba no teniendo dinero para pagar sus productos o servicios, dejarán de comprar, no tendrán más remedio que renegociar condiciones. Solo tendrán un número muy largo e incomprensible en un sitio de una entidad, pero no servirá de nada. Si acaban con la gente acaban con sus propios clientes que les mantienen en su estatus de un sistema global.

En esta idea de recortar gastos -en estos casos sinsentido- las nuevas tecnologías juegan un papel increíble. Vienen para sustituir a las personas y quedarse. No es que esté en contra de las nuevas tecnologías, que me parecen impresionantes y muy útiles. Creo que las van a necesitar todos los colectivos del planeta, creo que permiten llegar a comunicar conocimiento a cualquier parte del mundo y a interactuar con las personas de cualquier cultura sin tenerlas cerca.

Son mucho más precisas que cualquier humano y están siendo fabricadas para cumplir con unos niveles de fuerza, rapidez y eficacia que ninguno podría cumplir. Pero el sistema no lo podrá soportar indefinidamente.

Si ellos no toman decisiones acertadas todo esto se acabará de la peor manera posible. Los de allí no tomaron la decisión de llegar a esos niveles. Entraron en un sistema que ya existía y con algún golpe estratégico han llegado a acumular esas cantidades imparables. Cuanto más tiempo pasa ellos tienen más y la masa poblacional menos.

No estoy hablando de mi caso particular, sino que miro a mi alrededor, intento ayudar a la gente a encontrar empleo, a formarse en lo necesario para sacar sus vidas adelante, ofrezco espacios a precios asequibles, trato de darles un empujoncito de energía para que se ilusionen y no decaigan en su intento de sobrevivir por su esfuerzo.

Intento ayudar a quienes están en la parte más desequilibrada de la balanza. Pero tengo una sensación agridulce, porque algo dentro de mi me empuja a pensar que no sirve de nada, si los de arriba, los de los números largos, no cambian la forma de vida del planeta a nivel general. Aunque sea por puro egoísmo y por su propio bienestar futuro.

Me gustaría hablar con ellos y que me expliquen hacia donde nos encaminamos, que nos digan que debemos hacer. Aunque ellos saquen su ventaja, pero que nos digan si son capaces de pararse a analizar el futuro y que van a hacer con todo esto.

La gente nace sin pedirlo, y sobrevive como puede, no es culpable de necesitar comer y si toman la decisión del suicidio se tacha de cobardía y nos alarma, nos altera, nos enfada, nos provoca muchas sensaciones de culpa, o de rabia, o de incomprensión, …. Pero ellos no pidieron nacer.

Si somos demasiados en este planeta que estamos machacando, habrá que educar en el control de natalidad. Si las máquinas sustituyen a los humanos, habrá que cambiar el sistema económico por otra cosa diferente más colaborativo que deje avanzar como un gran equipo. Pero no está en manos de los políticos esta toma de decisiones, aunque lo pueda parecer constantemente, sino en manos de estos que aparecen en estas revistas.

Tienen que ser el consejo de sabios que todos querríamos ser, porque está en su mano cambiarlo todo o dejar que sea el caos absoluto. La humanidad ha demostrado tener una capacidad de adaptación a los grandes cambios asombrosa, pero todos tenemos límites. Pónganse a pensar como salimos de esta, por favor. Por Ustedes y por lo demás.

María Álvaro

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