Por si echabais de menos un artículo relacionado con lo estrictamente social, aquí vengo a contar novedades, que me hacen sentir bien.
Llevo meses en contacto con una Fundación de ámbito nacional, que trabaja la acción social e integral con migrantes, para hacer un convenio de colaboración.
Por fin, lo tengo entre mis manos para colaborar con ellos desde mi espacio singular.
Esta Fundación, se constituyó en 2008, y desde entonces, trabajan como organización independiente y sostenible, dando respuesta a dinámicas sociales relacionadas con el hecho migratorio.
Aplican de manera teórica y práctica políticas transversales de interculturalidad, gestión de la diversidad, igualdad de género, cohesión social, desarrollo local, tomando como base de actuación el territorio.
Su grupo de mayor interés, y el mío por supuesto, lo constituyen las personas en situación de vulnerabilidad social, exclusión y pobreza.
Ponen una especial foco en las personas con una trayectoria migratoria, promoviendo iniciativas, que conduzcan a una mejor gestión de la diversidad cultural.
Para ello es necesario trabajar, no solo con el colectivo concreto, sino también, con toda aquella ciudadanía que confluye y se interrelaciona, esté donde esté.
Trabajaré con ellos codo a codo, en mi espacio, con mis herramientas personales y profesionales.
Porque me identifico claramente con sus valores: Interculturalidad, igualdad de oportunidades y de trato, solidaridad, justicia y compromiso social.
Trabajan enfocados en unos principios de actuación, participación , transformación, e innovación social, integridad en las actuaciones, defensa y extensión de los derechos humanos, y transparencia.
Me uno a sus ocho áreas interrelacionadas:
- Interculturalidad y desarrollo comunitario.
- Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
- Intervención con jóvenes y familias.
- Desarrollo rural.
- Acogida y protección internacional.
- Empleo y formación,
- Vivienda.
- Cooperación al desarrollo y codesarrollo.
Una base sólida
Estoy desde hace tiempo organizando un grupo de mujeres migrantes, a las que trato de enseñar lo necesario para poner en marcha sus proyectos emprendedores.
En sus países de origen, si tienen una idea y una casa, pueden desarrollar sus trabajos de manera autónoma.
Llegan a estos países tan avanzados, y se encuentran con que les regulan unos papeles que, en ocasiones, les hacen convertirse en poco menos que delincuentes.
No se les da vía para desarrollar sus conocimientos y sus habilidades aprendidas en los lugares de origen. Se encuentran con todos los muros posibles para alimentarse, para alimentar a los suyos o para tener un trabajo digno.
Tienen dificultades para trabajar por cuenta ajena y también para trabajar por cuenta propia, y muchas de estas ya sabemos dónde terminan. Sigamos pensando. Demos solución a los problemas.
María Álvaro