Si te dieran 6 horas para cortar un árbol, ¿te pasarías 3 afilando el hacha, como dijo Abraham Lincoln?
A menudo, nos lanzamos a hacer una actividad sin preparación alguna.
Creemos que pensar, definir y planificar la técnica, los recursos y la estrategia que se va a emplear no es necesario. O es una pérdida de tiempo. Tiempo que no nos sobra, precisamente.
Sin embargo, ¿cuánto te permite cortar el hacha que no has afilado? ¿cuánta energía vas a terminar poniendo sin apenas resultados?
Cuando quieres aprender y avanzar en un idioma, ¿afilas el hacha?
¿Sabes cómo? Aquí tienes los 3 pasos para hacerlo:
1. Identificar QUÉ es el hacha cuando aprendes idiomas
¿Qué es el hacha cuando aprendes un idioma? ¿Y tú me lo preguntas? El hacha… eres tú.
Si me sigues habitualmente, difícil es que no te hayas cruzado con alguna mención a la importancia de la mentalidad cuando aprendes y usas un idioma.
Con mentalidad no me refiero solo a tener voluntad y estar motivad@.
Eso es solo una parte.
Me refiero a estar en la mejor predisposición para que el aprendizaje y uso de un idioma sea eficiente y divertido. Sí, divertido también.
Dentro de la libertad que tenemos para elegir lo que queremos hacer y cómo lo queremos experimentar, conviene preparar nuestro estado mental y emocional para que la experiencia sea lo más gratificante y eficiente posible.
De modo que consigas, que la atención, el tiempo y el interés que dedicas para conseguir tu objetivo con el idioma, no caigan en saco roto.
Y esto necesita una preparación previa.
Esta buena disposición, con el paso del tiempo, a fuerza de crearla, se convierte en una habilidad.
¿Cuán desarrollada tienes tu habilidad de buena disposición para el idioma?
2. Define cuál es tu ESTRATEGIA con el idioma
¿Defines tu estrategia antes de ponerte con el inglés u otro idioma? ¿Te lanzas directamente a por fórmulas empaquetadas?
¿Qué resultados obtienes?
La estrategia para aprender y avanzar en un idioma como el inglés se basa en una fórmula personalizada que tú defines y que tiene en cuenta los siguientes elementos:
– Motivaciones (hay más de una)
– Objetivos (qué)
– Proceso (cómo)
– Resultados (medición y reajuste)
Estos elementos se retroalimentan y generan el impulso y la inercia que requiere un idioma.
¿Cuál es tu fórmula?
3. Aplica TÉCNICAS a los RECURSOS para aprender idiomas
El saber ¿ocupa lugar?
Estoy de acuerdo con la idea romántica que subyace en la expresión “el saber no ocupa lugar”, pues es fantástico, saludable y vital tener inquietud y curiosidad por aprender cosas.
Sin embargo, el saber sí ocupa lugar.
Hay que habilitar un espacio, una energía, tiempo y recursos para adquirir conocimientos.
¿Qué haces para que lo que entras con los diferentes recursos (profesor, aplicaciones, libros, vídeos), se mantenga y, sobre todo, se recupere cuando lo necesitas?
Asegúrate de aplicar un pensamiento eficiente y eficaz a tu aprendizaje, cuando trabajes para conseguir, lo que necesitas ser capaz de hacer con el idioma en el entorno profesional.
Combínalo con espacios para enriquecer tus conocimientos del idioma para otras finalidades (social, cultural y lúdico).
¿Qué técnicas estás utilizando ya?
¿Cuánto crees que estos tres pasos van a transformar tu experiencia aprendiendo idiomas?
Si no lo haces, ponlo en práctica y verás cómo cambia todo.