Las tres capacidades que te devuelven a tu negocio.
No hace falta decir que vivimos momentos difíciles, el sistema social, económico, laboral al que estábamos acostumbrados, está cambiando por completo. Y no sólo eso, no tenemos ninguna certeza de lo que va a pasar en los próximos días, semanas, meses y esto genera una gran incertidumbre, un estrés, una inseguridad, un desasosiego como nunca antes habíamos vivido.
Nuestro cerebro no puede soportar el no saber qué va a pasar, es por ello que no cesamos de pensar todo lo que puede o no puede suceder y es este desgaste excesivo el que provoca el cansancio, la apatía, la tristeza, el mal humor…
Hay una realidad a nivel neurológico y es que no podemos dejar de pensar, no podemos pensar en nada. Es utópico el dejar la mente en blanco. Muchos profesionales nos invitan a través de la meditación a que “dejemos la mente en blanco», pero esto es técnicamente imposible ya que el mero hecho de forzar la mente a no pensar genera pensamientos en sí mismo.
Lo más eficiente es pensar en cosas positivas y fortalecedoras. Si, ya sé qué puede sonar a qué es muy fácil decirlo pero muy difícil hacerlo si nos enfrentamos a la que nos está cayendo ahora mismo, por ello lo primero que tenemos que trabajar es precisamente la aceptación, la adaptabilidad y la resiliencia.
Aceptación: la aceptación es la toma de conciencia de que lo que está sucediendo ahora mismo no es responsabilidad mía, ni siquiera puede verse alterado por lo que yo haga o no haga directa o indirectamente . Por poner un ejemplo es como si estuviese lloviendo y yo me afanase en intentar que dejará de llover. ¿parece cómico verdad? pero ¿cuántas veces nos hemos enfadado o nos hemos visto emocionalmente alterados porque la lluvia ha fastidiado nuestros planes? El saber aceptar esas circunstancias que no puedo cambiar y no verme afectado emocionalmente por ellas es el inicio de esa paz mental que nos va a poder dar la oportunidad de contemplar los sucesos que pasan desde un punto de vista externo al problema .
Decía Einstein qué un problema nunca se puede solucionar pensando en el problema y que la única manera de hallar la solución es precisamente pensando en la solución. Ahora bien, la aceptación implica un proceso racional y es saber distinguir entre lo que yo puedo solucionar y lo que no. Tendemos a sobrecargarnos de responsabilidades, y a asumir roles que no son los nuestros. Ante una circunstancia que aparentemente no sobrepasa, bastaría con reflexionar desde el punto de vista racional, sobre cuanto depende eso únicamente de lo que yo haga.
Porque si es algo en lo que yo no puedo influir ni modificar no merece la pena que invierta mi energía en pensar que puedo hacer que pare la lluvia. Lo correcto es pensar que soy yo el que tengo la elección de salir o no a la calle, de llevar o no llevar paraguas, de utilizar mi vehículo propio o ir en transporte público. En definitiva, qué no es lo que pasa si no, lo que hago yo con lo que pasa, lo que va determinar el resultado final.
Adaptabilidad: ya lo dijo Darwin en su libro “el origen de las especies”: no es el animal más rápido ni el más fuerte el que sobrevive si no el que mejor se adapta. Los emprendedores somos” animales” adaptables, es decir, que ante cualquier circunstancia sabemos modificar y reenfocar nuestros productos y servicios para obtener siempre el mejor resultado posible. Pongamos, por ejemplo, la diferencia entre animales de granja y animales salvajes y comparémoslo con las diferencias entre los trabajadores por cuenta ajena y los emprendedores. Mientras que los animales de granja esperan a que les traigan la comida, les den cobijo, les cuiden, etc. , los animales salvajes tienen que buscarse la vida procurándose su propio alimento, su propia guarida, y aprender a vivir en comunidad para que los unos cuiden de los otros.
Obviamente el animal de granja pagará un alto precio por los servicios que recibe, ya que obviamente está siendo utilizado para el beneficio propio del granjero y esto les puede llevar en la mayoría de las ocasiones a incluso perder la vida. El animal salvaje” emprendedor”, no tiene certeza alguna de su supervivencia pero a cambio disfruta de la libertad y de la posibilidad de ser dueño de su propio destino. Esto no es sino una parábola que puede llevarnos a pensar sobre lo realmente adaptable que es nuestro negocio, no es mi intención llamar animal a nadie, por supuesto, aunque todos somos animales y es precisamente nuestro instinto animal el que nos lleva a tener pensamientos automáticos, basados en la necesidad que nos impiden que de una manera racional veamos todas las posibilidades a nuestro alcance.
Toda crisis en si misma conlleva una oportunidad, depende de nosotros si cuando llueve nos quedamos en casa tristes pensando en todo lo que no podemos hacer o decidimos salir a la calle a vender paraguas.
Resiliencia: básicamente la resiliencia es una fuerza física que lleva a los objetos que han sido sometidos a una determinada presión a que recuperen su estado inicial. Aplicándolo a las personas, resiliencia es la capacidad que tenemos de recuperarnos de las vicisitudes y crisis a las que nos hayamos visto sometidos, y un claro ejemplo es la circunstancia actual que todos vivimos. Si tu negocio, tu proyecto, tu vida han estado bien antes de esta crisis, ¿qué te hace suponer que no van a estar bien después de ella?.
Estamos intentando predecir el futuro, haciendo suposiciones, pensando en todo lo que puede salir mal en lugar de pensar en todo lo que puede salir bien. Enfrentarnos a un suceso como este nos puede hacer tomar conciencia de la practicidad y productividad real de lo que estábamos haciendo y modificar si fuese necesario nuestro producto o servicio para adaptarlo a lo que realmente las personas quieren y/o necesitan. La resiliencia es la fuerza que nos impulsa a levantarnos una vez más de las que hayamos caído. Y cada vez que nos levantamos somos más sabios y más fuertes.
Resumiendo, si combinamos eficazmente aceptación, adaptabilidad y resiliencia en poco tiempo estaremos de nuevo al 100 × 100 en nuestro negocio. Y, ¿quién sabe? A lo mejor mucho mejor de lo que estabas antes. Como dijo Henry Ford, tanto si crees que puedes como si crees que no puedes tienes razón. Ánimo, foco e imaginación.
No lo dudes, #tumomentoesahora
@charlyrelano